En el Hospital de la Malvarrosa tuvo
lugar el 25 de Noviembre de 1997 un acto de homenaje al doctor Álvaro López
Fernández. El homenajeado había sido nombrado en noviembre de 1932, director
del entonces Sanatorio Antituberculoso de la Malvarrosa desde donde desarrolló
a lo largo de 42 años una ejemplar y fructífera labor en el tratamiento de los
enfermos tuberculosos especialmente afectados de patología ósea, y otros
enfermos del aparato locomotor.
Al acto asistió el Conseller de Sanidad,
Joaquín Farnós acompañado del Subsecretario de Sanidad, Rubén Moreno y otras
autoridades e invitados. Se descubrió una lápida conmemorativa con la
inscripción:
EN RECONOCIMIENTO AL DOCTOR D. ALVARO LOPEZ
FERNANDEZ,
POR LA LABOR REALIZADA EN ESTE HOSPITAL
DESDE EL 28 DE NOVIEMBRE DE 1932 AL 8 DE MAYO DE
1974
EN FAVOR DE TODO EL PUEBLO VALENCIANO.
SIRVA ESTA PLACA COMO AGRADECIMIENTO Y RECUERDO A SU
PERSONA.
EL HOSPITAL “ MALVA – ROSA “ LE DEDICA ESTA PLACA,
QUE FUE INAUGURADA EN NOVIEMBRE DE 1997
POR EL CONSELLER DE SANITAT
HONORABLE SR. D. JOAQUIN FARNOS GAUCHIA
Antigua enferma en ese hospital, debo mi vida al Dr. López Fernández, que me operó con éxito
ResponderEliminarYo también debo mi vida al Dr. Álvaro López Fernández: director del hospital marítimo de La Malvarrosa de Valencia.
EliminarCon 23 años hoy tengo 78, debido a un accidente, contraje tuberculosis ósea en la zona de la vértebra decima dorsal. Un diagnostico posterior equivocado, hizo que la zona inicialmente afectada se descalcificara llegando a comprimir la médula.
Ingresé por La Beneficencia pues en ese momento carecía de Seguridad Social.
Recuerdo que el primer día que me vio me dijo: ¿Tienes Seguro? Antes de que yo pudiera reaccionar prosiguió; No Importa, no te preocupes, en cualquier caso, te voy a curar igual. Dos años de mi vida los pasé allí durmiendo sobre un lecho de escayola hasta que me intervino. ¡Qué ejemplo de profesionalidad y eficiencia! Diariamente, visitaba desde la siete de la mañana cama por cama, las ocho salas de enfermos de diferentes edades y sexo que componían el centro. También recuerdo a Sor María Sanz: la monja navarra que atendía mi sala y que se traía al equipo del Atlético de Bilbao al sanatorio, cada vez que este jugaba en Valencia.
Con todo mi respeto y afecto: Jesús Romero Mancera