En la Catedral de Valencia se venera el
que, según la tradición, es el cáliz conservado por la Virgen María y los
apóstoles y llevado por Pedro a Roma, donde los Pontífices lo utilizaron para
consagrar la Eucaristía durante algo más de dos siglos. En la persecución contra
los cristianos llevada a cabo por Valeriano en el 258, el papa Sixto II, antes
de ser martirizado, habría confiado el cáliz al diácono Lorenzo, de Huesca,
quien lo envió a su ciudad natal.
En la diócesis de Huesca estuvo hasta la
invasión musulmana, y posteriormente en el
monasterio de San Juan de la Peña, en el que el cáliz estuvo hasta 1399, cuando
el Rey Martín de Aragón lo llevó a Zaragoza, pasando después a Barcelona hasta
que Alfonso el Magnánimo lo depositó en 1424 en Valencia, primero en su palacio
y, posteriormente, en la Catedral, según un acta notarial de 1437. Durante la
Guerra de la Independencia, entre 1809 y 1812, fue llevado el Cáliz a Alicante
y, después, a Ibiza y Mallorca.
La Guerra Civil es causa dramática de su
salida forzada del sagrado recinto. Elías Olmos, canónigo archivero de la
Catedral de Valencia, protagonista de aquellos episodios, publicó un folleto en
el que se recoge la crónica de cómo se salvó esta joya. El día 21 de julio de
1936, después de celebrarse la Santa Misa, María Sabina Suey salió de la
Catedral llevando el Cáliz a su domicilio en la calle Avellanas. Tres horas
después las turbas incendiaron la capilla y su contenido. En casa de los Suey
estuvo a partir de ese momento. El 8 de agosto hubo un conato de registro de
milicianos, que resultó frustrado. Lo escondió entonces, disimulado en un
armario, don José Cortés Díaz, ayudado por su hijo Salvador, el cual sería
asesinado semanas después. El 29 de agosto hubo otro registro, en el que no
encontraron la sagrada reliquia. Viendo el peligro que corría el Grial, se
llevó a casa de Adolfo Suey, hermano de María, en la calle de Pelayo ocultándolo
en un sofá. Aquí se sufrieron otros dos registros, y el 30 de enero de 1937
vuelve a la calle Avellanas y se decide llevarlo a Carlet el 20 de junio de 1937,
a una casa de los Suey, habitada por Bernardo Primo Alufre.
El 30 de marzo 1939 las fuerzas
republicanas dejaban Carlet y Elías Olmos entrega la copa a la Junta
Recuperadora del Tesoro Artístico Nacional, que lo reintegra al Cabildo
Metropolitano el Jueves Santo 9 de abril siguiente, en la Lonja valenciana,
pues la Catedral estaba profanada y destruida.
Para memoria de la estancia de
la sagrada reliquia en el domicilio de Sabina Suey, en la calle Avellanas de
Valencia, fue colocada una lápida conmemorativa en la cocina, en el mismo lugar
en el que estuvo escondido el Santo Cáliz, con la siguiente leyenda:
EL SANTO CALIZ DE LA CENA
(SANTO GRIAL)
VENERADO EN LA CATEDRAL DE VALENCIA
SALVADO DE UNA DESTRUCCION
SEGURA DURANTE LA REVOLUCIÓN
MARXISTA POR EL
ILMO. SR. DR. D. ELIAS
OLMOS Y CANALDA
CANONIGO ARCHIVERO DE LA
CATEDRAL DE VALENCIA
QUIEN LE ENTREGO PARA SU
GUARDA Y CUSTODIA A LA
SRTA. SABINA SUEY
CUYA FAMILIA LE OCULTO
EN ESTE LUGAR DESDE
JULIO DEL AÑO 1936
A JULIO DE 1937
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar